El miércoles cuando llegué a mi casa mis adres estaban muy sonrientes y no me dejaban entrar en mi habitación.
-Venga mamá déjame pasar que tengo que dejar la mochila.
-No, déjala en el salón y después de comer te la llevas- contestó.
-Vale...- dije enfurruñándome.
Cuando terminé de comer cogí la mochila y fui hacia mi habitación. Mi madre me seguía, riéndose.
Llegué y abrí la puerta. ¡Había un perro en mi habitación!
-¡Mamá!- Dije abrazándola- muchas gracias, pero todavía queda un mes para mi cumple. Pero igualmente muchas gracias.
Quedaba un mes para mi cumpleaños y mis padres me habían comprado ¡un pastor alemán! Increíble.
-Te lo puedes quedar si cuidas de él- dijo mi madre- por cierto tiene medio año y es macho.
-Vale le cuidaré bien. Muchísimas gracias.- Dije mientras acariciaba al perro.
Terminé de hacer los deberes y de estudiar y saqué a Tor, decidí llamarle así. Serían las 8:30 – 9.
Mientras iba con Tor me encontré con Alberto que se extrañó de que tuviera un perro.
-¿Es tuyo?- Dijo acariciándolo.
-¡Si!- Dije muy contenta- me lo han regalado mis padres, se llama Tor.
-Bonito nombre- dijo sonriendo- y ¿a dónde vais?
-No lo se, estamos dando una vuelta y ¿tu?
-Yo voy a casa, pero si quieres me quedo un rato- mientras decía esto le brillaban los ojos.
-Como quieras- dije sonriendo.
-Entonces me quedo, voy a avisar que voy a llegar más tarde. Ahora vengo.
-Vale.
Se alejó para hablar. En el tiempo que Alberto se alejaba, otra persona se acercaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario